Un sinnúmero de quejas se ha conocido a través de las redes sociales por la ocupación que se le vienen dando a las calles y avenidas en pleno centro del municipio de Arauca donde son tan angostas y las entidades públicas, privadas y particulares del común las han convertido en parqueadero privado y hasta territorio vedado.
El escritor Humberto Amaya sentó un precedente y a través de un escrito sintetizó lo que viene ocurriendo en el centro de la ciudad, donde están las autoridades de policía y hasta la misma dirección de Tránsito y Transporte que parece no importarles y lo pasan de agache esta situación.
Hay un lugar que no es de nadie y es de todos: las calles, pero nuestras calles se las tomaron gente que se cree que son los reyecitos del pueblo. Es increíble que en apenas cien metros ocurra esto: la primera denuncia es en la calle 19 de los Juzgados donde colocan unos bolardos plásticos y estrechan la calle solo para que los empleados que muy seguramente viven a dos cuadras estacionen los carros ahí; en la misma calle en la siguiente cuadra está la fiscalía y ellos tapan media calle porque la usan de parqueadero privado; y la carrera 21 es la Defensa Civil que estrechó la calle hace más de 20 años para estacionar una camioneta que no hace nada, ese sitio ya tiene lama por la falta de uso y limita el tráfico en el punto más céntrico de Arauca.
Que no sea el personero ni ninguna otra autoridad sino ustedes mismos los que tomen conciencia y paren con ese vil egoísmo, quieran a Arauca, si necesitan donde estacionar los carros paguen un parqueadero, pero no obstruyan más las calles parranda de inconscientes. Lo más grave es que si un ciudadano en bicicleta quiere hacer una diligencia y la parquea ahí, el celador que está entrenado para ladrarle a la gente no se lo permite, sabiendo que nosotros pagamos esos empleados y eso empleados le pagan al celador para que nos corra a nosotros. Las calles son de nadie y son de todos, no solo de los burócratas
